José del Carmen Cabrejos Mejía nació en 1907 en una remota provincia peruana.
Tras una larga carrera en la academia militar, se hizo cargo del Ministerio de Fomento y Promoción de la Construcción en Lima. En 1964, fue nombrado Comandante en jefe de las Fuerzas Armadas del Perú.
Durante su servicio activo, se fijó como objetivo combatir el incipiente movimiento guerrillero en Perú. Partidario de una política de intervención norteamericana, siempre fue un anticomunista declarado.
Admiró sin reservas la guerra de los fascistas alemanes en la Segunda Guerra Mundial, que describió como „un ejemplo para toda la humanidad“. Entre sus amigos más cercanos se encontraban los dictadores Anastasio Somoza (Nicaragua) y Augusto Pinochet (Chile).
Con la ayuda de privilegios ilimitados, de los que se sabe que gozan los militares latinoamericanos en todas partes, se hizo construir una lujosa villa en una exclusiva zona residencial a las afueras de la ciudad, en medio de un oasis regado artificialmente.
La casa, blanca como la nieve, fue construida con rocas traídas del desierto circundante; está situada en una colina rodeada de jardines en terrazas. El general regaló la obra terminada a su amante y la bautizó „Villa Luz del Carmen“ en su honor.
El 26 de agosto de 1982, el Grupo Chaclacayo alquiló toda la finca deshabitada para crear un proyecto multimedia sobre la muerte.
El Instituto Goethe y varias instituciones culturales de Alemania publicaron gran parte de este proyecto bajo el título „Imágenes de la muerte“; se realizaron amplias exposiciones en Lima y en diversas ciudades alemanas.
En 1987, finalizó el contrato de alquiler de la villa del General; el grupo deseaba renovarlo para finalizar el proyecto. Finalmente, la familia accedió, con la condición de que se pintara al óleo un retrato del general a tamaño natural, de la cabeza a los pies. Tal vez, pensaron ya entonces, en su inminente muerte.
Uno de los artistas del grupo, Raúl Avellaneda, aceptó la oferta. Acordó con el viejo general para revelar una serie de fotografías como estudios preliminares para su retrato y mantener una conversación sobre su vida pasada. Para ello, el modelo —-que ya llevaba muchos años fuera de servicio— volvió a ponerse su gastado uniforme militar; su mujer y su hijo participaron en el proyecto.
Mientras Avellaneda trabajaba en el retrato casi terminado, la casa fue allanada por soldados del gobierno el día 12 de julio de 1987, porque pensaban que los artistas eran terroristas escondidos; al final, todos participaron en una representación en el desierto, con el cuadro envuelto en negro como actor principal.
Para realizar el óleo tal y como se deseaba, hubo que tener en cuenta algunas ideas personales del general: Su aspecto debía ser mucho más juvenil, el color de su piel considerablemente más blanco y sus ojos de un azul claramente „prusiano“.
H.J. Psotta / R. Avellaneda, 1992
El general se ofrece como modelo, Lima, 1987
Raúl Avellaneda trabaja en el retrato del general, Chaclacayo, 1987
Entrega del retrato, Lima, 1987
Fotos: Raúl Avellaneda / Sergio Zevallos