En 1982, Raúl Avellaneda inició el ciclo „Letanías acalladas“ en la reclusión de su taller, en su casa de Chaclacayo. Intensificó la confrontación auténtica de su biografía en una metáfora universal como denuncia del abuso de poder.
„Era muy consciente de las circunstancias privilegiadas en las que vivía y buscaba constantemente el contacto con la realidad. No quería perderme el olor de la realidad, me hice amigo de víctimas y perseguidos del sistema fascista, viajé a cementerios, mercadillos, morgues y barrios olvidados, siempre en busca de vestigios de la contradictoria y rota sociedad peruana para integrarlos en mis objetos artísticos. No tenía miedo a las heridas, la tortura o la muerte, mi compromiso como cronista era primordial. Los objetos que recogía me daban información sobre la vida individual y el sufrimiento de sus antiguos dueños“.
Raúl Avellaneda trabaja en su taller en las „Letanías acalladas“, Chaclacayo, Lima-Perú, 1984
La Lucha
De la serie „Letanías acalladas“, dibujos, fotocopias, pelo y algodón sobre papel, 24,5 x 34,5 cm, 1983-1984
De la serie „Letanías acalladas“, dibujos, fotocopias, pelo y algodón sobre papel, 24,5 x 34,5 cm, 1983-1984
El niño
El Imbunche
Esta criatura es un ser humano deforme que tiene su cabeza doblada hacia atrás y aplastada; además, tiene torcidos los brazos, dedos, nariz, boca y orejas y una lengua partida en dos. Anda en una sola pierna o en tres pies (una pierna y las manos), pues la otra pierna está pegada por detrás al cuello o a la nuca. El invunche no tiene la facultad de hablar, limitándose a emitir sonidos guturales, ásperos y desagradables.
La leyenda
Las leyendas cuentan que sería un ser que protege la entrada a la Cueva de los brujos o calcus. Las leyendas chilotas dicen que además el Invunche sería una especie de consultor de los brujos de Chiloé, ya que, a pesar de no ser iniciado en brujería, ha adquirido una infinidad de conocimientos durante su vida en la cueva. Además sería usado como un instrumento para sus venganzas o maleficios.
El Invunche saldría de la cueva contadas veces, cuando se cambia ésta, ha sido destruida, o descubierta; y en ocasiones cuando los brujos necesitan de él; para ello lo llevarían azotando hasta el lugar donde se van a cambiar o quieren causar el daño. Durante el camino iría dando gritos que aterran a los habitantes del lugar, y con ello les anunciaría alguna próxima desgracia; en otras ocasiones lo sacan los brujos para llevarlo a otro distrito, donde se celebraría Consejo de Brujos de dos o más jurisdicciones. El Invunche obtendría su alimento de los brujos, y solo cuando la comida escaseara, los brujos le permitirían salir de la cueva que protege, para que busque alimento.
Si alguien desea penetrar a la cueva vigilada por el Invunche, se dice que primero debería hacer una reverencia al Invunche y posteriormente besarlo en su ano.
La Familia
Madre y Padre
La calle
„Era muy consciente de las circunstancias privilegiadas en las que vivía y siempre buscaba el contacto con la realidad. No quería perderme el olor de la realidad, me hice amiga de víctimas y perseguidos del sistema fascista, conduje a los cementerios, mercados callejeros, morgues y barrios olvidados, siempre buscando restos de la contradictoria y destrozada sociedad peruana para integrarlos en mis objetos artísticos. No tenía miedo a las heridas, a la tortura o a la muerte, mi obligación como cronista estaba en primer plano. Los objetos recogidos me dieron información sobre las vidas individuales y los sufrimientos de los antiguos propietarios“.
Texto escrito al revés:
Lejos está la sangre
corriendo por ocultos
canales de inocencia
lejos están los ojos de tantos
hombres desconocidos:
tanteando sin manos
Mendigando caricias
sin rostro, buscando
sus carnes heridas
Lejos está la sangre
ultrajada tras de su
cuerpo perdido
Texto escrito al revés:
Cómo lágrimas
peruano desconocido
sobre la inerte
substancia de tu
existencia,
cubriéndola hasta
ahogar tus más
secretos deseos
Sobre esta almohada encontrada en el basuraldel cementerio de Chosica, otro peruano desconocidoderramó sus últimos sueños de inútiles esperanzas
El sufrimiento de los santos
Guerra y persecusión
Texto escrito al revés:
„Para todos los que murieron cantando“
„Este espacio contiene algunos nombres de hombres peruanos muertos el 19 de juniode 1986″
El 19 de junio de 1986, 19 tropas mixtas del ejército, la infantería de marina y la policía estatal peruana llevaron a cabo una masacre en la que murieron más de 300 presos políticos. Avellaneda obtuvo una lista de los muertos que fueron enterrados clandestinamente en el cementerio de Chosica para encerrarla en este trabajo.